1. Mi tendencia a sonrojarme, instantánea y megaevidentemente, cada vez que alguien me descubre en algo que no quiero contar. Es algo que obviamente no controlo, pero que registro al toque, y que me vende de una manera irremable.
2. La poca empatía de la gente que me rodea, me ve sonrojarme, y no puede evitar decir "Ay, mirá, se puso colorada!" Sí, chicos. Gracias. Eso me re ayuda a manejar la situación, ¿eh?
Lo hablé con dos alumnas a las que les pasa lo mismo y estuvimos de acuerdo: poca gente nos causa más odio que la que señala públicamente el sonrojamiento ajeno.
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