jueves, 25 de enero de 2018

Nuestras tradiciones



Algunas fueron a propósito y desde el principio, otras se fueron dando espontáneamente, otras surgieron a partir de alguna necesidad concreta, y, lamentablemente, algunas otras que me gustaban se habrán ido perdiendo con el tiempo y ya las olvidé... pero aquí están, a grandes rasgos, las tradiciones que sostenemos al día de hoy.

Diariamente:

-Juegos de palabras en la mesa. Con la ampliación de la casa, un mini conflicto que tuvimos con Javi fue el de la tele en el comedor. Los dos crecimos mirando tele mientras comíamos, pero con una gran diferencia: a él no le jodió nunca, y a mí sí. Me molestaba que me callaran cuando estaba contando algo de mi día para ver qué estaba pasando en la novela o en el programa del momento. Por eso, para mí era extremadamente importante NO tener un televisor disponible en el lugar donde comeríamos la mayoría de las veces. No me alcanzaba el razonamiento de "bueno, pero si no querés no lo prendés y listo, ¿qué te molesta que esté ahí?", porque conozco las artimañas y negociaciones, muchas veces frustrantes para todas las partes involucradas, que surgen de cosas tan aparentemente inocentes, como esa. Entonces no. Tele en el comedor no. Pero Javi igual puso una conexión para el cable ahí, por si a futuro cambiamos de opinión, así que todos contentos (?). Con el paso del tiempo, él admitió que estaba buenísimo comer así, porque nos predisponía a todos a tener un encuentro y una charla que no se podrían dar de la misma manera con la tele, o la tentación de la tele, al lado. A medida que los chicos crecían y se comunicaban mejor, empezamos a jugar juegos con palabras mientras comíamos, también. Al tradicional veo-veo le sumamos el "Barquito Peruano", un juego de categorías, y terminó siendo nuestro preferido de casi todas las noches. El tema es que Vito insiste con jugarlo en cualquier mesa, y no todo grupo de adultos está dispuesto a romper la clásica charla para ponerse a pensar en nombres de verduras o personajes de dibujitos animados...

-Ritual antes de dormir: como ya mencioné acá, todas las noches, después de comer, vamos al cuarto de Vito, Geno y/o yo leemos algún cuento, y después Geno se va a lavar los dientes mientras yo me quedo cantándole a Vito. (Anoche yo estaba mirando una película en mi cama y le pedí a Javi que los acostara cuando volvió de fútbol, pero Vito, preocupadísimo, me pidió que le enseñara a su papá la canción de todas las noches. El problema con eso es que la letra cambia a diario, en base a lo que pasó en el día! Javi hizo su mejor intento y Vito declaró "tu canción no es tan buena como la de mamá, pero igual está bien". Win-win-win.) De ahí, Geno y yo nos vamos a su cuarto, leemos un párrafo cada uno de algún libro más largo, y, aunque no quiere canción, sí pide que lo tape y le dé un beso de buenas noches.

Una vez por semana:

-Cambio de sábanas. Los miércoles los chicos no tienen que hacerse la cama, pero sí sacar las sábanas, juntar todas, y ponerlas a lavar. El año pasado vi esta imagen...

Resultado de imagen para si tu hijo puede manejar todos estos aparatos

...y decidí ver si funcionaba la idea. Bueno, OBVIO que funciona. Poner a andar el lavarropas implica literalmente apretar 3 botones, y los dos aprendieron al toque. Los hace sentir capos, responsables, grandes y ayudadores. Ahora Geno, además, está lavando la ropa del canasto de su cuarto en el fin de semana, pero sospecho que ese entusiasmo no le va a durar mucho tiempo. 

-Peli cuando papá no está. Javi juega al fútbol una vez por semana. Cuando los chicos eran más chicos, esto era algo que me jodía sobremanera, básicamente porque recaía en mí la responsabilidad de cocinar, alimentar, bañar y acostar a los dos chicos, cosa que el resto de los días hacíamos de a dos. Ahora, todo este proceso es infinitamente más fácil y placentero, por lo que realmente no se necesitan dos adultos para llevarlo a cabo (antes tampoco, obvio, pero era mucho más cómodo así). No sé si fue una jugada de buena madre o de jodida nomás, pero hace un tiempo declaré que cuando Javi se iba a jugar al fútbol, los 3 que quedábamos teníamos permiso para comer en el living, mirando una película a elección de los pequeños. La razón oficial es "para no extrañar a papá"; la parte de jodida es que el que quería comer con pantalla era él, y es el único que no lo hace. Pero bueno, él se va a jugar con los amigos, así que está contento igual. Y lo cierto es que funciona, porque los chicos, en vez de cuestionarle por qué se va una noche por semana, por poco lo empujan a la puerta o le recriminan si alguna vez no se va. 

Fechas especiales:

-Pascuas: Empiezo por aclarar que yo no soy religiosa, (ni católica, ni nada), pero me gusta colgarme de todas las tradiciones y fiestas que puedo. Cuando mis hermanas y yo éramos chicas, mis papás nos escondían los huevos de Pascuas en la casa, al principio diciendo que los había dejado la "Coneja de Pascua". Mi mamá se enteró después que esa era una costumbre alemana; ella la había aprendido en el colegio donde trabajaba. La idea siempre me gustó, porque es una vueltita de tuerca a la lluvia de chocolate completamente infundada que se recibe para esa época. Por eso, desde la primera Pascua donde Geno caminó (a su año y medio), le compramos una caja de esos huevitos chiquitos y le escondemos varios por toda la casa. Ese primer año los envolvimos en papel crepe naranja, verde y azul, y ahí empezamos a sospechar de su daltonismo, porque no veía los naranjas que tenía literalmente enfrente, sobre el pasto, pero encontraba sin problemas los azules. A partir de ese año, repetimos la dinámica siempre, aunque ahora le sumamos un poco de tecnología, ya que lo que hacemos es esconder los huevitos y sacarles una foto bien de cerca para que tengan que deducir adonde están escondidos. El año pasado les escondimos solo 6 huevitos a cada uno, y les pusimos letras y números para que formaran una contraseña que desbloqueaba un regalo más grande. Se va complejizando el tema, y a veces me pregunto para qué tanta cosa, pero la realidad es que a mí me encanta. 

-Navidad, siendo mi época preferida del año, tiene varias mini tradiciones, como el calendario de adviento bien pagano, con forma de Papá Noel, que los chicos van siguiendo día a día. Dos de las tradiciones que más me gustan son la de la foto familiar y la de la colección de objetos navideños. Todos los años, entre el 8 y el 24, sincronizamos agendas y vamos los 4 a sacarnos una foto con Santa en el shopping que tenemos más a mano. Mega comercial, yankee, y vacío de emoción, puede ser, pero a mí lo que me interesa es ver cómo va creciendo nuestra colección año a año. Esas fotos se guardan junto con el arbolito y demás decoración navideña, y se exhiben todas juntas cada diciembre. La segunda idea es la de elegir cada año un objeto en particular que es asignado a cada hijo (escribiéndoles el nombre y el año), para que el día de mañana (?) tengan su propia colección de objetos de su infancia para llevarse a sus casas. Cuando eran bebés no entendían nada, y cuando sean adolescentes les va a dar vergüenza/espanto, pero ahora están en esa etapa maravillosa donde la idea les encanta, les importa ver sus colecciones, y hasta pidieron usarlas para decorar sus cuartos en esta Navidad que pasó. Ay, latencia, no te vayas nunca!!

Lo genial de estas tradiciones es que les da a los chicos algo que esperar, algo que hace de cada evento algo especial, con peso propio. Lo que tienen de malo es que los chicos, sobre todo Geno, se apegan mucho a estas tradiciones, y no olvidan, incluso cuando nosotros sí. Nos pasó hace unos días, con Reyes. Ellos se habían ido a dormir a la casa de mi hermana, y cuando volvieron tenían un regalito cada uno arriba de sus zapatos. Los abrieron: a Vito no le gustó nada de nada su regalo y se indignó (casi lo mato). Genaro se alegró y se mostró agradecido por los conitos de entrenamiento que recibió, después se dio vuelta, nos miró desconfiado y dijo "pero ¿qué, no hay búsqueda del tesoro, como nos hicieron los Reyes el año pasado?" Ouch. Lo había olvidado completamente. Así que no hubo búsqueda del tesoro, y despedimos sin más a una tradición que no prendió. 

4 comentarios:

  1. Me encantan las tradiciones y obvio que a los chicos les encantan! creo que la ida a dormir es una rutina en cada casa. Mi hija de 8 nunca se va a dormir sola. Hay que acompañarla y taparla y yo que generalmente me voy a dormir última porque cuando ella se va a dormir yo me voy a bañar (y a disfrutar un rato de mi momento en silencio) pero siempre pide que igual suba a darle otro beso aunque ella esté dormida. Yo obvio que se hace a rajatablas.
    Cuando yo salgo a cenar afuera el padre y ella hacen también plan de pizza y pantalla. Pero él ve futbol y ella Youtube :(
    Te aplaudo por la decisión de no tele en el comedor. Yo esa la perdí. Gané la de no tele en la habitación....
    Besos!

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    1. Yo te aplaudo por ser vos la que se va a cenar sola!!!!

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  2. Una de las cosas que extrañaba de tu blog es esa ventana a la vida diaria. Las tradiciones me fascinan, porque generan esos recuerdos felices de infancia y los construye como familia única.

    Yo SUFRO con él tv en el comedor, yo crecí con las charlas del día y siento que ahí se construye la familia. Nuestro momento son los desayunos y eso porque alegué por todos los medios que él tv no se debe prender desde que te levantas!!!

    Me robé la imagen de la lavadora!!! Creo que la voy a enmarcar, jajaja.

    Un abrazo!!!

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    1. Hoooola de nuevo!! Qué bueno reencontrarnos! :D

      Enmarcá tranquila; claramente la imagen no es mía! :P

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